Autor: Padre Andrés Merino
Título: Escuela Paleográphica o de leer letras antiguas: desde la entrada de los godos a España hasta nuestro tiempos
Lugar y fecha de publicación: Madrid: por Juan Antonio Lozano, 1780
El palaeógrafo, humanista y pedagogo Andrés Merino Irigoyen quien, además de haber ejercido brevemente el sacerdocio, conocía bien la importancia que los documentos antiguos constituían para el estudio de las lenguas y las artes, publica en 1780 su Escuela Paleográphica o de leer letras antiguas, con los grabados de Francisco Assensio, quien en el mismo año diera a la luz un manual de composición y grabado de la tipografía romana.
En esta obra, el padre Merino describe el proceso y las transformaciones de los caracteres gráficos, con numerosos ejemplos de letras antiguas, tomados de códices auténticos de los archivos de Toledo, San Lorenzo del Escorial y Alcalá de Henares, que él mismo dibujaba o calcaba.
En esta obra, el padre Merino describe el proceso y las transformaciones de los caracteres gráficos, con numerosos ejemplos de letras antiguas, tomados de códices auténticos de los archivos de Toledo, San Lorenzo del Escorial y Alcalá de Henares, que él mismo dibujaba o calcaba.
Dentro de su advertencia al lector podemos leer una súplica que el autor dirige a los archiveros de su época que bien no pierde peso en nuestros días:
"suplicamos a todos quellos que, están encargados de Archivos, o que conservan en su poder algunos monumentos, o escrituras antiguas, de cualquier calidad [...] que sirvan a franquear con libertad qualquier instrumento, o escritura, que guardados, de nada sirven, ni aprovechan, sino para que el tiempo, y la carcoma los vaya poco a poco consumiendo [...] Favoreciendo en esta parte a nuestros deseos, habrán servido no poco a la publica utilidad: con lo que quando después salga todo a luz, podrán los curiosos cotejar las copias, y ver, que lo son fieles, y puntuales de sus originales..."
Este libro destaca no sólo por la influencia que tuvo en la confección de manuales de paleografía y caligrafía del siglo XIX, sino también por su gran valor lexicográfico, debido a que incluye un índice de los vocablos del idioma vulgar (refiriéndose a los rastros de la influencia mozárabe y gótica en el español) que se hayan en las escrituras e historias antiguas.
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